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domingo, 20 de marzo de 2016

Donde habite el olvido.

¿A dónde van los acordes que nacen y mueren en tu cabeza, sin tiempo a apuntarlos?

¿Las frases lapidarias que se te ocurren una semana después de la pelea?
¿Los folios llenos de ideas que se traspapelan?
¿Las promesas que quedan obsoletas?

¿Y las canciones que ya no te sobrecogen?

¿Los temas de conversación recurrentes que van perdiendo importancia?
¿Las bromas privadas que mantenías con gente con la que ya no hablas?
¿Las confesiones que vas a hacer hasta que te acobardas?

¿Y los planes que postergas para siempre?

¿Las entradas secretas cuya posición olvidas?
¿Los actos con los que ya no te identificas?


Deben de estar todos juntos, en la misma región del hiperespacio a la que va tu mente cuando mueres.
A la que van las máquinas de escribir, los juegos que te divertían de niño y todas las cosas buenas y desfasadas.

Sería bonito pensar que esperan para emerger, un buen día, al mundo de los hechos que vienen a cuento.
A veces pasa: cuando, de tanto deambular, acabas encontrando que la solución estaba al principio del planteamiento.

Pero lo más probable es que no vuelvas a verlos hasta que tú mismo ya no tengas mucho sentido.


4 comentarios:

  1. Dios, impresionante de verdad. Mi enhorabuena

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  2. llegada de un mensaje de twitter y satisfecha con lo encontrado hasta el punto de comentar y agregar a favoritos.

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    1. Mil gracias, por agregarlo a favoritos y por tomarte el tiempo de decírmelo. Es muy importante.

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